RIOBAMBA

Un trabajador vive entre el silencio y las leyendas del cementerio

Gustavo, 54 años, es un trabajador que lleva 30 años entre el silencio y las leyendas del cementerio Municipal de Riobamba.

Un trabajador entre el silencio y las leyendas del cementerio
Un trabajador entre el silencio y las leyendas del cementeriohttp://laprensa.com.ec

El cementerio para unos es un terror en cambio para mí es el lugar más tranquilo revela Gustavo Morquecho, un trabajador que permanece 30 años entre el silencio y las leyendas del cementerio.

Eran las 11 de la mañana del martes 24 de junio, Día del Chofer Ecuatoriano. Para esa hora, estaba prevista la visita de los directivos del Sindicato de Choferes de Chimborazo al cementerio.

Sin embargo, adelantaron su llegada y, al consultar, un agente de control respondió: “Hace minutos que salieron”.

En el mausoleo descansan los restos de casi 300 conductores y sus familiares. Este lugar sagrado tiene ya pocos espacios disponibles para quienes fallezcan próximamente.

Al dar la vuelta al mausoleo, debajo del histórico árbol de nogal, dos hombres recogían frutos.

Algunos dicen que en este árbol vive un duende que baila a medianoche. Pero para Gustavo Morquecho Villarroel Gualle, quien cumplirá 54 años el 31 de agosto, todo es distinto.

Tiene dos versiones sobre el nogal: una dice que fue sembrado por la familia Alulema y otra que el árbol brotó espontáneamente. En agosto queda sin hojas, en enero comienza a florecer.

30 años en el cementerio de Riobamba

Gustavo conversaba con su amigo y, tras un cordial “buenos días, maestros”, respondió que estaban golpeando toctes para aprovechar el fruto que el árbol da cada año.

Lleva 30 años trabajando en el cementerio de Riobamba, arreglando tumbas y jardines. Son los familiares quienes pagan por el adecentamiento.

Gracias a Dios no me falta trabajo”, dice con gratitud. Sobre el supuesto duende, responde con tranquilidad: “Nunca he visto nada anormal aquí. Esta es mi vida, y con ella he educado a mis tres hijos”.

Asegura tener un hogar feliz junto a su esposa Nancy, oriunda del cantón Guano, tierra de gente trabajadora y visionaria.

Para él, el cementerio es el lugar más tranquilo. Antes, con la morgue activa, se oían gritos de dolor; ahora reina el silencio. Por creencias, algunas personas llevan ortiga, ají, tabacos, trago y agua bendita. Pero son solo rituales simbólicos.

A veces, el viento arrastra fundas de plástico de los arreglos florales y, al hacer ruido, la gente cree escuchar fantasmas.

Gustavo asegura que nunca ha tenido sueños extraños ni ha sentido “mal aire”. Vive cerca del Parque del Diablo y trabaja todos los días en el cementerio, donde reconoce que “hay sus leyendas”.

Con orgullo, recuerda a su madre María Villarroel, de 88 años, originaria de Penipe, y a su padre Luis Morquecho, de 78, de Azogues. Ambos siguen viviendo en Penipe, activos en el campo.

Siempre que puede, los visita para ayudarlos en sus labores agrícolas. Aunque son de la tercera edad, crían animales y cultivan la tierra, ejemplo de esfuerzo que, como el de Gustavo, merece ser contado.

Publicidad pb1
Publicidad pb2

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Publicidad pb3
Botón volver arriba