Funcionaba de 8:00 a 12:00 y de 14:00 a 17:00h, las personas hacían fila para poder dejar su carta o paquete en el correo, así mismo el ánfora guardaba con recelo miles de memorias del Edificio Correos, Riobamba, que luego serían organizados para ser distribuidos por el mundo.

El reloj funcionando, los empleados con un uniforme parecido al del ferrocarril y las largas filas de riobambeños eran cosa de todos los días en el edificio ‘Correos del Ecuador’. Desde 1929 hizo posible enviar desde Riobamba cartas y paquetes a personas de diferentes partes del mundo, ya que con pocos sucres “más o menos 20 o 25ctvs de dólar en la actualidad» según Elena Bentacurth, era posible mantener la comunicación a largas distancias.
En el edificio recibían dos tipos de cartas, la primera de nombre ‘aéreo’ tenía los filos de color rojo y azul y se trataba de un correo más rápido que llegaba en 24 horas, por otro lado, estaba el correo normal que iba en sobre blanco y tardaba dos o tres días, pero costaba menos. Finalmente, a otros países se demoraba aproximadamente una semana como cuenta Bentacurth “le escribía a mi hermana que se encontraba en Israel y me leía más o menos 8 días”.
La magnificencia del correo se cuenta en los cientos de historias que los riobambeños guardan en sus baúles del recuerdo. José Valle dijo que “Antes se conocían por cartas, en un papel escribían todo lo que siente el corazoncito, y como se demoraba uno se angustiaba esperando que hora viene, cuando llegará, y si no respondía el romance ya quedaba ahí”.
¿El correo era para todos?
Lamentablemente la situación no era la misma para todos ya que la mayor parte del sector indígena no gozó de este recurso, puesto que en aquellos tiempos el analfabetismo era un mal esparcido. Por lo que, las cartas solo serían un sueño ydel correo en las comunidades solo se sabía el nombre.