Para alcanzar el anhelo máximo, el narcotráfico, se inician con pequeños y medianos actos delincuenciales como el robo, la extorción, el contrabando entre otros, o camuflando actividades como la prostitución, contrabando, en actividades legales; Escobar en Colombia inicio con el contrabando de tumbas, robo de carros.
Desde décadas atrás, varios países latinoamericanos viven bajo la oscuridad del narcotráfico y sus secuelas; con algo en común, sus vínculos con la alta clase política, que, en algunos casos, llegan hasta la Presidencia de la República. Hoy le toca Argentina estar en la palestra, los vínculos del diputado oficialista Espert con un narcotraficante condenado por la justicia de los Estados Unidos, que también salpicarían al Presidente de la República de acuerdo a algunos medios periodísticos, enturbian al hermano país; los llamados libertarios, con un discurso mediático y la complicidad de los grandes medios de comunicación, se enarbolaban como los justicieros de la corrupción y el narcotráfico, hoy son parte de estos delitos.
Llama la atención, el accionar del gobierno de los Estados Unidos, cuyo discurso de lucha contra el narcotráfico, lo opera atacando militarmente o con sanciones económicas y hasta personales, solo a sitios que no estén de acuerdo a sus políticas colonizadoras, al libre mercado base del capitalismo actual, mientras protege a sus vasallos, hoy Milei, antes Bolsonaro; actitudes que no sorprenden, cuando vienen de un mandatario global, cuyos orígenes de su fortuna, están ligados al vicio, al juego, camuflados en el glamour.
