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DÍA INTERNACIONAL DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD

Cada 3 de diciembre el mundo recuerda el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, fue creado por Naciones Unidas para reflexionar sobre los avances y los desafíos en la construcción de sociedades verdaderamente inclusivas.

Más que una fecha, es un llamado urgente para que gobiernos, instituciones y ciudadanía en general reafirmemos nuestro compromiso con la dignidad, la autonomía y los derechos de todas las personas que conviven con algún tipo de discapacidad.

En nuestro país, alrededor de 1.1 millones de personas (7% de la población total), tienen algún tipo de discapacidad ya sea física, intelectual, auditiva, visual, psicosocial o una combinación de estas. Solamente cerca de 470 mil de ellas tienen un certificado oficial de discapacidad. Datos que nos dicen que la discapacidad no es un asunto marginal: es un componente estructural de nuestra sociedad. Lo lamentable de esto, es que aún subsisten brechas en empleo, educación, salud y accesibilidad que afectan profundamente la calidad de vida de estas poblaciones y de sus familias.

La inclusión no debe reducirse a rampas o asientos preferenciales. Va más allá e implica oportunidades reales, como acceso a trabajos formales, eliminación de barreras arquitectónicas, transporte digno, atención médica oportuna, espacios educativos adaptados y, sobre todo, una modificación cultural que reconozca la diversidad humana como un verdadero valor. La discapacidad no es lo que limita a las personas; son las barreras sociales que aún no hemos derribado, por ello deberíamos establecernos e interiorizarnos con una frase: “rompiendo barreras”, para terminar de construir “un mundo para todos”.

Hay normativas importantes: la Ley Orgánica de Discapacidades, los incentivos para la contratación laboral, exoneración de ciertos impuestos, acceso prioritario a servicios. Lo malo, estos marcos legales, las más de las veces quedan en letras muertas, deben traducirse en prácticas diarias, sostenibles y supervisadas. Una ley no cambia la realidad si no se aplica con firmeza y sensibilidad.

Este día reflexionemos sobre algo fundamental: todas las personas en algún momento de nuestras vidas, somos potencialmente vulnerables.

Más que discursos, este día y todos, en cada uno de nuestros espacios, hagamos acciones: contratando sin prejuicios, adaptando espacios de trabajo, educando a nuestros hijos en valores y respeto, acompañando a las familias cuidadoras, muchas veces invisibles y exigiendo a nuestras autoridades, políticas públicas coherentes y sostenibles.

Un Ecuador inclusivo no es un favor, es una obligación ética. Es la señal más clara de que un país aspira a desarrollarse sin dejar a nadie atrás. 

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