Fiscalía investiga pagos en cárcel de Riobamba tras ataque a Salcedo
Fiscalía investiga pagos ocultos en cárcel de Riobamba, hermanos Salcedo revelan poder de Los Lobos en la dirección; ¿quién mueve los hilos?

El testimonio de los hermanos Daniel y Noé Salcedo, ofrecido ante la Fiscalía, destapó un escenario de control interno en la cárcel de Riobamba que va más allá de la custodia penitenciaria.
Según sus declaraciones, los cabecillas de la organización criminal Los Lobos, identificados con los alias de ‘Valarezo’ y ‘Pocho’, serían quienes imponen las reglas, definen los pagos y hasta autorizan el ingreso de bienes, todo con conocimiento de autoridades penitenciarias.
El relato se dio en el marco del proceso judicial por el intento de asesinato ocurrido el 24 de junio de 2025, cuando ambos hermanos fueron atacados dentro del centro de rehabilitación.
La Fiscalía incorporó a los dos cabecillas y a una guía penitenciaria como nuevos procesados, ampliando la lista de implicados.
Noé Salcedo fue trasladado a este centro en abril de 2025. Dos meses después, su hermano Daniel llegó desde La Roca, en Guayaquil.
Fiscalía investiga pagos a cabecillas de Los Lobos
Apenas ingresaron, según narraron, se realizó una reunión con la directora encargada, de apellido Baño, y con los líderes internos alias ‘Valarezo’ y alias ‘Pocho’. Allí, se establecieron las reglas: los reclusos debían someterse a la autoridad de los cabecillas.
Noé relató que se les dijo que “nada se mueve sin la voz de ellos” y que, desde medicamentos hasta mujeres, todo ingreso debía negociarse. Daniel agregó que, presuntamente la propia directora del penal lo instruyó a “ponerse a disposición de quienes manejan la cárcel”.
Las declaraciones revelan que el negocio carcelario se alimentaba de transferencias directas a cuentas vinculadas con los líderes criminales.
Se mencionan nombres como Diego Bermeo y Walsaki como titulares de cuentas donde se depositaban pagos por drogas, alcohol, permisos médicos o simples favores.
El propio Noé confesó que junto a su hermano realizaron una transferencia de USD 600 para ingresar dos teléfonos celulares iPhone, justo el día del ataque. Dichas operaciones quedaron registradas como evidencia en el proceso judicial.
Ese día, tras almorzar y reunirse con su abogado, los hermanos se encontraron con la supuesta entrega de los teléfonos.
Atacan a los hermanos Salcedo en la cárcel de Riobamba

Sin embargo, cuatro reos de confianza de alias ‘Valarezo’, identificados como Kevin A., Wilmer S., Josué F., y Antony S., los atacaron.
Noé fue apuñalado en múltiples partes del cuerpo mientras Daniel recibió disparos que no lo alcanzaron. El primero aseguró haber identificado sin dificultad a sus agresores porque convivía con ellos a diario.
Ante la violencia del ataque, ambos se refugiaron en su celda, bloqueando la puerta con ayuda de un banco de madera.
El testimonio sostiene que los guías penitenciarios no respondieron a sus llamados de auxilio, lo que refuerza la hipótesis de complicidad interna. Finalmente, fue necesaria la intervención de las Fuerzas Armadas para resguardar su integridad.
En el expediente figura la guía penitenciaria Campoverde, señalada como pareja sentimental de alias ‘Valarezo’.
Los Salcedo aseguran que ella tuvo participación activa en el esquema de control y que habría recibido dinero junto a otros funcionarios. Incluso, un informante les aseguró que los custodios recibieron USD 30.000 para permitir la entrada de los sicarios al área donde estaban recluidos.
De acuerdo con Noé, el atentado estaba dirigido a Daniel Salcedo y se habría ofrecido USD 300.000 por su asesinato. Aseguró que el “contrato” sigue vigente y que la orden proviene directamente de alias ‘Valarezo’ y alias ‘Pocho’.
Vínculos políticos y sentencias
El caso revela el poder paralelo de las bandas criminales en los centros de rehabilitación social del país. Según los testimonios, en Riobamba no solo se negocian objetos prohibidos, sino que se mantiene una economía ilícita que involucra a guías, directivos y reclusos.
Lo ocurrido con los hermanos Salcedo expone la fragilidad institucional y los vacíos de control del SNAI, pues los internos aseguran que la propia dirección penitenciaria avalaba que se sometieran a los líderes criminales.
Mientras avanza el proceso judicial, las revelaciones ponen nuevamente en el centro del debate la penetración del crimen organizado en las cárceles ecuatorianas y la incapacidad del Estado para retomar el control de estos espacios.