Alta capacidad diplomática, demostró la presidenta de México Claudia Sheinbaum en la ceremonia del sorteo de grupos para el mundial de futbol 2026, para soportar el show cirquero al muy estilo Trump, con animadores que gastaban la mayor parte del tiempo, alabando al presidente yanqui por su abnegado trabajo por la paz mundial, contrastado por su apoyo incondicional a la masacre de hombres, mujeres, niños en Gaza, las inhumanas deportaciones de migrantes, su estrecha relación con el pederasta Epstein y sus afamados casos de abuso.
Una vida dedicada a la ciencia, la lucha social, la política al servicio colectivo, caracterizada por la ética, la justicia social, el conocimiento, destaca a la Presidenta azteca con el mayoritario apoyo de sus ciudadanos; contrasta, con una vida dedicada a la acumulación, la farándula, la especulación, el acoso, propio del mandatario yanqui; la tención sentida en la ceremonia futbolera, no estaba marcada entonces, por los conflictos políticos y económicos, más bien creo, por las diferencias morales entre los dos mandatarios.
Solo el bendito futbol, permitió minimizar el choque moral entre mandatarios de países organizadores del mundial, los aficionados en su mayoría nos concentrábamos en el lugar que ubiquen a nuestra selección. El futbol, que, a pesar de los desesperados intentos de convertirlo solo en un bien mercantil, sigue siendo el deporte de masas, del pueblo, uno de los últimos reductos de paz colectiva.
