Un alcalde de desilusión
La gestión de John Vinueza, actual alcalde de Riobamba merece ser analizada más allá del entusiasmo inicial que generó su elección.
Su llegada al poder fue interpretada como una ruptura con la política tradicional local, marcada por el desgaste de élites que se repiten en el municipio desde hace décadas. Vinueza prometió eficiencia, transparencia y cercanía ciudadana, tres pilares que hasta ahora han tenido resultados desiguales.
En materia de obras, su administración ha priorizado intervenciones visibles en el espacio público, con una narrativa de modernización urbana que busca conectar a Riobamba con dinámicas metropolitanas.
Sin embargo, persiste la crítica de que estos esfuerzos han descuidado la planificación integral y las zonas rurales, donde el rezago en servicios básicos es evidente.
La apuesta por la participación ciudadana ha sido un eje discursivo constante, aunque todavía no se consolida como política efectiva: los mecanismos de consulta han quedado más en la esfera de la comunicación que en la incidencia real sobre las decisiones.
De igual modo, la transparencia en contrataciones y procesos administrativos sigue siendo un desafío, pues la opacidad burocrática no se transforma únicamente con voluntad política.
La figura de Vinueza encarna la tensión entre el deseo de cambio y la inercia institucional. Su reto radica en demostrar que puede gobernar con un modelo distinto al de sus predecesores, generando políticas sostenibles que articulen lo urbano y lo rural. Solo entonces podrá dejar de ser un alcalde de expectativas para convertirse en un referente de transformación.