COLUMNISTAS

SINCERANDONOS EN NAVIDAD

Amig@s: ¿En las festividades navideñas reina Jesús el Cristo o Papá Noel?

Sincerémonos: ¿Actualmente la celebración de la Natividad de Jesús tiene un significado de orden espiritual, o es un espectáculo que propone y acentúa las diferencias entre los seres humanos que más tienen y los que no? Hoy por hoy, la Navidad es el motivo del encuentro, ¿de la unión familiar?, ¿o es el tiempo en el que por diferentes formas expresamos y realzamos nuestras diferencias para enunciar quien es más y quien ha alcanzado más estatus social?

Sincerémonos: ¿Es un tiempo de recogimiento y preparación moral del ser humano; o un tiempo para el dispendio corporal y ético?; ¿es un tiempo propicio para orar, para conectarnos con lo trascendente; un tiempo para una autorrealización interna y con esta fuerza, un tiempo para encontrarnos y ser parte de la comunidad, de sus sueños y realizaciones?; ¿o es el tiempo en el que le hemos encontrado al dios dinero, el mejor aliado y forjador y abastecedor a millares surgir del ego e individualismo, que nos presenta diferentes y superiores a los demás?;

Sincerémonos: ¿Es tiempo para aceptar que el Mesías, El Ungido, El Cristo Jesús está con y en nosotros? ¿O es un tiempo, en el que definitivamente aceptamos voluntaria y felizmente que el mercado y la mercadotecnia son nuestros nuevos guías?

Y así, para sincerarnos deberíamos responder a tantas y tantas preguntas. Y ante todo contestar haciendo mea culpa, pues no estamos siendo coherentes con el verdadero significado de la Navidad; es más, hemos dejado voluntaria e involuntariamente que el sistema capitalista nos aplaste hasta en el orden conciencial.

Francisco de Asís, el hermano de todos e iniciador de una forma sana de celebración de la natividad de Jesús, seguro que estará triste en el cielo, al evidenciar que el amor, la fraternidad, la justicia, la sustentabilidad y la paz no están presentes. Si Francisco está triste, creo que el dibujante de tiras cómicas, Thomas Nast, inventor – en 1886 – de Papá Noel, estará bailando en chulla pie al ver que su invento está presidiendo la fiesta del derroche, del oropel, de la contaminación y de la acumulación.

Por mi parte, yo también me sinceraré. Veré mis incoherencias y trataré de vivir la Navidad como creo que Dios manda.  Y como soy de los Andes, celebraré el 21 de este mes, el jueves que viene, el paso maravilloso y vital del Solsticio, sintiendo el renacer de la esperanza y la luz en el mundo; celebraré el Kapak Raymi, agradecido con Dios, con sus presencias masculina y femenina (El Sol y la Tierra), con mi prójimo (próximo) y con la vida misma.

De todo corazón deseo, que la noche del 24 no sea no sea la única “buena”; que este 25 de diciembre no sea el único para renacer, que todos los días sean Navidad, es decir que todos los días aceptemos que Dios se ha humanizado, que agradezcamos por su pasión por ser un ser humano y que está entre nosotros para forjar la nueva tierra; una tierra en la que mane leche y miel para compartir con todos; una tierra en la que se respete la vida y todas las vidas. Así, sí celebraríamos la verdadera Navidad.

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