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Sin gallardía contra el poder

El asambleísta Gallardo tendrá, algún día, que hacerse cargo de su funcionalidad al poder para destituir sin pruebas suficientes al consejero Gonzalo Albán del CPCCS, quisiera decir que va a tener que cargar con eso, pero, la realidad es mucho más triste y es que nuestra sociedad olvida pronto y, acá en Riobamba y Chimborazo no es más que un personaje intrascendente eclipsado por su madrina política y con pocas luces como para brillar por luz propia.

En un momento en que parecer más que ser, se vuelve cada vez más difícil con la llegada de la inteligencia artificial y la búsqueda automatizada e inmediata, es difícil que en el centro político del país, no se note cuando un asambleísta dice que nadie está por encima de la ley o que le cambie el nombre a Rousseau en una traducción bastante coloquial del filósofo francés al español y es que la charlatanería se nota y es mejor hablar poco pero, sobre lo que se sabe, que hacerlo estropeado y con superlativos de los que no se tiene idea su significado.

La economía del lenguaje es una cualidad poco valorada por quienes quieren con pomposidades cubrir sus deficiencias intelectuales, por lo que, el electorado tiene que tener el olfato refinado para detectar a quienes huelen a mentira más allá del perfume y la corbata con la que intentan disipar sus cada vez más impresentables actuaciones en el mayor órgano de representación nacional: está triste y desdibujada Asamblea Nacional.

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