COLUMNISTAS

¡REINAR!

Posiblemente todos asociamos a los “reyes” con coronas, palacios y pompas que para algunos no tiene sentido en este tiempo.

Y en medio de esta visión, nosotros proclamamos hoy que Jesucristo es Rey del Universo. Esta Solemnidad que celebramos en este día va más allá del término del Año Litúrgico.

Lo primero que debemos decir que Cristo no reina desde la ostentación, desde un trono dorado, sino que lo hace desde la paradoja: un trono que es cruz, una corona que es espina, un poder que es servicio. La figura de Cristo Rey nos recuerda que mandar es custodiar, y que la dignidad humana es la única frontera que ningún reino legítimo debe traspasar.

En la cruz hay abandono, burlas, insultos y el letrero “Rey de los judíos”. La actitud de los ladrones dice mucho. El uno se burla, el otro, el “buen ladrón” que lo reconoce y le pide: “Acuérdate de mí cuando entres en tu Reino”. Ése es Cristo Rey. Él reina cuando está precisamente humillado, cuando está entregado, cuando parece derrotado. Él tiene claro que no es un “rey terrenal”, lo dijo claramente: “Mi reino no es de este mundo”. Él reinó desde el amor hasta el amor extremo, que es dar su propia vida para la salvación de todos.

Reconozcamos a Jesús como Señor y como Rey. Debemos hacerlo en todos los campos, por eso, las palabras del Papa León XIV son un verdadero compromiso: “… son pocos los que están dispuestos a trabajar cada día en el campo de Dios, cultivando en su corazón la semilla del Evangelio para luego llevarla a la vida cotidiana, a la familia, a los lugares de trabajo y de estudio, a los diversos entornos sociales y a quienes se encuentran en necesidad”.

Seamos de esos pocos y pongámonos a servir a todos con amor

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