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PLEBISCITOS AL GRANEL

Preguntar al pueblo constantemente, pareciera una loable forma de democracia radical. Pero, el plebiscito proviene de consulta a la plebe y era el modo de fingir republicanismo en Roma, mientras el imperator, el cónsul o el senado, en concreto, la oligarquía, había pactado ya los acuerdos con dinero, alianzas matrimoniales o sangre. Obviamente, antes de la consulta, el imperator agasajaba a los electores con pan, sobornos, amenazas y circo. Y como no había granjas de troles, hacían correr rumores con los pordioseros y verduleras de que la mayoría del pueblo estaba con Cicerón o con Nerón. Así controlaban el poder, gracias a espurias votaciones de electores ignorantes del tema y el contenido de la consulta.

Increíblemente dos mil años más tarde estamos en vísperas de un evento similar en nuestro país. A menos de veinte días, nos han llamado a votar para cambiar la Carta Magna, dejar instalar potencias extranjeras en nuestro suelo, reducir la representatividad del pueblo en la Asamblea y eliminar aportes estatales a los partidos políticos en contienda electoral. Y todo esto sin debates, sin propuestas, sino sólo parodias y sketch de cómicos y voceros.

Se juega la autodeterminación de una nación, los derechos políticos y humanos de los ciudadanos, la equidad en la participación de pobres y ricos y el contrato social de un país y no sabemos nada. Un Consejo Electoral que no informa, que no ilustra y más bien trata que la oposición llegue disminuida y el ciudadano entontecido a las bocas de las urnas el 16 de noviembre. Por ello no habrá grises ese día, solo sí o no.

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