No Soberano
Hay que entender la victoria del NO como la decisión soberana del pueblo, no como el triunfo de un partido político determinado. El pasado domingo 16 de noviembre de 2025, el pueblo ecuatoriano acudió a las urnas para expresar, de manera democrática, entre otras cosas, que no desea cambiar la Constitución vigente. Y punto. No hay que ir más allá con opiniones sesgadas que pretenden menospreciar los resultados, postulando que “los buenos” querían cambiar el país y “los malos” no los dejaron.
Es fundamental comprender que en una democracia es imposible establecer un juicio moral sobre el voto de una persona. No existe tal cosa cómo votar bien o votar mal: simplemente se vota. Puede existir un voto más o menos informado, pero ese es un análisis mucho más profundo que un simple juicio parcial.
Tampoco se puede meter a todos los votantes del NO en el mismo saco, asumiendo que son defensores incondicionales de la Revolución Ciudadana. Basta revisar los resultados de las elecciones presidenciales de mayo de 2025 para evidenciar que hubo facciones de votantes del propio presidente que esta vez no apoyaron la propuesta. Y no por ser corruptos, narcotraficantes, asesinos o ignorantes, sino simplemente porque al llegar a las urnas decidieron que el problema del Ecuador no radica en el discurso de “buenos y malos”. El verdadero problema está en las realidades estructurales que solo pueden cambiarse con política pública efectiva, y no necesariamente mediante una nueva Constitución. Ganó el NO, nada más, el Ecuador decidió que no.
