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¡Más democracia!

La democracia es el gobierno del pueblo. En la teoría es la mejor definición, que parte de su etimología. La democracia es un modelo que se ejercita a través de una Constitución, leyes, reglamentos, así como de planes y programas del partido político que ha ganado las elecciones.

A lo anterior se añaden las instituciones que hacen posible la gestión, dentro de un estado de derecho: el ejecutivo, el legislativo, el judicial y el electoral, que se complementan con organismos públicos como la Procuraduría, la Contraloría, las superintendencias, el Consejo de Participación Ciudadana, y los gobiernos seccionales y locales.

En la práctica este sistema funciona, pero con limitaciones y carencias, por la falta de formación de los líderes, la aparición de contrapoderes y la ineficiencia, caldo de cultivo de la corrupción y de otros tipos de violencia en los ámbitos sociales, económicos y políticos.

Se dice que la violencia es estructural, que deviene de la pobreza y pobreza extrema, en sectores importantes de la sociedad ecuatoriana.

Vale mencionar una realidad incontrovertible: la existencia de más 50 % de la población que sobrevive en la informalidad, con tres dólares diarios de ingresos. A esta desigualdad se añade las injerencias de las mafias, que han creado sistemas violentos ante el vacío de la gestión del Estado.

Ante esta situación, no hay alternativas: dejar de lado la indiferencia y la inacción, y apostar por una democracia de participación, activa y comprometida con el bien común, con rendición de cuentas. ¡Y más democracia, señores!

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