El Poder del pueblo se refleja en las decisiones que toman en las urnas, y esto demuestra que el Mandante es quien elige y no el que es elegido, porque quien es electo, es quien debe rendir cuentas de los actos que realiza en pro y a favor de sus conciudadanos, imposible pensar que un líder, sea quien minimice los destinos de un pueblo y se haga su voluntad sin mero respeto a las condiciones para las cuales ha sido electo.
Redundante tal vez, pero no es menos cierto, que el poder es una migaja en comparación al rédito de sentir la satisfacción del deber cumplido, algo que no está dentro del diccionario de los políticos de turno, que se puede hacer con esa sabiduría, pues borrón y cuenta nueva, no es posible que en menos de una década el Ecuador se haya deteriorado tanto por tan poco, sin rumbo, sin economía, sin liderazgo, sin oportunidades, sin progreso, ni bienestar, la educación ha sido tan golpeada como golpeada ha sido la salud.
Ojalá se haya entendido que el poder ciudadano no se puede violentar ni mucho menos ignorar, quienes hacemos eco de la realidad social, llamamos a la racionalidad y rectificación de actos que lleven al desarrollo social, y no a la obstrucción del mismo, en donde solamente se ha manifestado que el poder político está hecho para los más acomodados, a costa del voto popular, gran forma de manejar y manipular el populismo tan aminorado por las élites pero tan necesario para sus nefastos proyectos.
Ahora lo importante es que se exija con cordura que los recursos sean distribuidos equitativamente para el desarrollo de los pueblos y las sociedades en general, es necesario aprender la lección, sin humillar, sin abrumar, ni socavar los ideales individuales de las personas, sin amedrentar, ni minimizar posicionamientos y razonamientos individuales, y lo que es más, sin manipular a quienes no estamos de acuerdo.
