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ATIENZA JURÍDICO PERO COTIDIANO

El jurista español Manuel Atienza, en un ensayo titulado “Contribuciones para una teoría de la legislación” establece cinco (5) principios de racionalidad aplicables para valorar una ley.

Una buen ley debe tener: a) Racionalidad lingüística: el legislador debe ser capaz de transmitir claramente el mensaje de la ley; b) Racionalidad jurídico –formal: la ley debe insertarse armoniosamente en un sistema jurídico; c) Racionalidad pragmática: la conducta de los destinatarios tiene que adecuarse a lo prescrito en la ley; d) Racionalidad teleológica: la ley tiene que alcanzar los fines sociales perseguidos; y, e) Racionalidad ética: las conductas prescritas y los fines de las leyes deben presuponer valores éticamente justificables.

Lo interesante de la propuesta de Atienza, es que los principios de valoración que formula para las normas jurídicas pueden aplicarse en nuestro convivir diario, en mi opinión con recomendables resultados. Veamos algunos ejemplos.

Hay racionalidad lingüística cuando un padre de familia o un jefe de oficina da disposiciones claras y comprensibles para todos, evitando ambigüedades, eufemismos o rodeos que acarrean incertidumbre.

Existe racionalidad jurídico – formal, cuando la autoridad da disposiciones que encajan en el contexto institucional, evitando extravagancias o caprichos que alteran  la armonía corporativa.

La racionalidad pragmática puede apreciarse cuando los subalternos tienen conciencia de que el mandamiento del jefe es apropiado para la circunstancia y se ajustan de buen grado a su cumplimiento.

Cuando la orden tiene como fin último la satisfacción de intereses comunes y no la complacencia de apetencias personalistas, hay racionalidad teleológica.

La racionalidad ética existe cuando los requerimientos de la autoridad están sustentados en valores como la justicia, la libertad o la compasión y desaparece, cuando la motivación es la revancha, la envidia o la pereza. 

La utilidad de estas reflexiones jurídicas en la vida cotidiana se explica porque nuestra convivencia está regida por leyes, usos y costumbres, que aunque no estén escritas, están vigentes, por eso su observancia trae orden y su violación conduce al caos en el hogar, en las instituciones y en la sociedad.

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