EDITORIAL

Ecuador necesita un diálogo sin prepotencias

Ecuador atraviesa el día 16 de un paro nacional que ha paralizado la economía y fracturado aún más el tejido social.

Mientras el presidente recorre el país en medio de protestas y tensiones, miles de familias y comunidades comienzan a sentir el desgaste: el económico, el emocional y el humano.

En ciudades como Otavalo o Alausí, la incomunicación ha dejado al turismo y al comercio al borde del colapso. Son 16 días de pérdidas, incertidumbre y miedo.

La violencia, venga de donde venga, jamás será el camino. Ni los palos ni las piedras pueden sustituir al diálogo, así como tampoco las balas o gases de la fuerza pública pueden ser la respuesta del Estado.

El reciente ataque al vehículo presidencial refleja el mismo clima de represión y desesperación que viven cientos de ecuatorianos en las calles.

Lo que el presidente sufrió, lo padece el pueblo desde el inicio del conflicto.

No se puede gobernar ni protestar con odio. El país necesita acuerdos, no más brazos torcidos.

Los 16 días de paralización deben marcar un punto de inflexión: o se abre el diálogo sincero y sin prepotencias, o Ecuador seguirá hundiéndose en un ciclo de violencia que no deja ganadores. Ya basta.

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