Cada 25 de noviembre, el mundo se une para recordar la urgencia de erradicar la violencia contra la mujer. La Iglesia Católica, desde su mensaje evangélico y su doctrina social, reafirma la dignidad y el valor de todas las mujeres, condenando cualquier tipo de maltrato o discriminación. La fe católica sostiene que toda persona ha sido creada a imagen de Dios, lo que fundamenta el respeto absoluto a la dignidad femenina.
En los Evangelios, Jesús desafió los prejuicios de su tiempo y mostró cercanía a las mujeres, dignificándolas y defendiendo sus derechos. El Papa Francisco en múltiples ocasiones, junto con comunidades y organizaciones católicas, ha impulsado campañas de sensibilización, acompañamiento y espacios de apoyo para quienes sufren violencia.
Desde parroquias hasta casas de acogida, la Iglesia promueve el diálogo, el acompañamiento psicológico, la sanación y la justicia, trabajando por una cultura de paz e igualdad. En ocasión de esta fecha, la Iglesia invita a toda la sociedad a no ser indiferente, ante muchos atropellos a la dignidad de la mujer, como la violencia doméstica y psicológica, los feminicidios, violaciones, y otros abusos. El compromiso cristiano implica rechazar estructuras que perpetúan la discriminación y construir relaciones basadas en el amor y el respeto.
Solo así puede garantizarse que cada mujer viva libre de miedo y con plena dignidad. El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer es una oportunidad para reflexionar, sumar voluntades y renovar la esperanza de un mundo justo, donde la voz de la Iglesia Católica resuena como aliada en la defensa de la vida, los derechos y la paz social.
