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Conoce requisitos y trabas del crédito de vivienda Miti-Miti en Ecuador

El programa Miti-Miti promete facilitar el acceso a la vivienda en Ecuador, pero sus requisitos y costos lo vuelven inaccesible para la mayoría. Conoce cómo funciona y qué obstáculos existen.

Conoce requisitos y trabas del crédito de vivienda Miti-Miti en Ecuador
Conoce requisitos y trabas del crédito de vivienda Miti-Miti en Ecuador

El sueño de tener una casa propia sigue siendo inalcanzable para la mayoría de ecuatorianos.

A pesar de los programas habitacionales impulsados por el Gobierno, como el reciente “Miti – Miti”, las condiciones económicas, los altos requisitos de ingreso y la falta de planificación urbana mantienen intacto el déficit habitacional que supera el millón doscientas mil viviendas en el país.

La situación del déficit de vivienda en el país es bastante alta y preocupante”, advierte el arquitecto Miguel Arostegui, exdirector del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (MIDUVI).

Según el especialista, las políticas aplicadas en los últimos años han sido parciales y más vinculadas a intereses políticos que a una verdadera estrategia nacional de vivienda.

Un programa con barreras imposibles

El testimonio de Cristian Herrera, joven riobambeño que buscó acceder al programa Mitimiti, refleja las trabas que enfrentan los ciudadanos.

“Primero te mandan al MIDUVI, ahí te dicen que solo puedes comprar casas de los conjuntos que están registrados en su página. Luego te envían a los bancos asociados, pero ahí te piden demostrar ingresos familiares de al menos 2.980 dólares mensuales para poder aplicar al crédito”, explica.

Herrera, quien gana alrededor de 440 dólares al mes, asegura que la mayoría de familias no cumplen esos parámetros.

“No sé de qué vivienda social hablan. Con el sueldo que uno gana apenas se cubre la canasta básica, que ya pasa los 890 dólares. Es imposible pagar cuotas de 350 o 400 dólares por mes”, comenta.

El crédito, además, exige una entrada del 5% y un financiamiento del 95% del valor total del inmueble. Sin embargo, los cálculos muestran que, al finalizar los 20 años de pago, el comprador termina desembolsando el doble del valor original del préstamo.

“Si pides 30 mil dólares, terminas pagando unos 68 mil. El banco gana el doble. Así, nunca voy a poder tener una casa”, resume Herrera.

Déficit estructural y falta de planificación urbana

Para el arquitecto Arostegui, la raíz del problema no solo está en los créditos, sino en la falta de planificación urbana y la especulación del suelo.

“El municipio debe facilitar terrenos con servicios básicos y reducir la tramitología. Hoy, el 35% de la ciudad de Riobamba está vacía o en manos de especuladores”, denuncia.

Arostegui sostiene que los municipios tienen la competencia directa para promover vivienda, pero carecen de visión de largo plazo.

“No se puede diseñar una ciudad pensando en cuatro años de gestión, sino en los próximos 50. El urbanismo no es solo vivienda: es educación, salud, recreación y servicios”, insiste.

En Riobamba, la expansión urbana se extiende sin control hacia zonas rurales de Guano, Calpi, Licán y Chambo, donde los terrenos se lotizan sin escrituras ni infraestructura básica.

“Todo el mundo vende y luego pide que el municipio haga las obras. Eso no es desarrollo urbano, es improvisación”, apunta.

El espejismo de la vivienda social

Programas como el Mitimiti prometen tasas de interés bajas y créditos accesibles, pero en la práctica excluyen al 70% de los hogares ecuatorianos.

“El Ecuador necesita más de un millón de viviendas nuevas, pero la mayoría de las familias ni siquiera puede acceder a un crédito hipotecario”, sostiene Arostegui.

El problema, agrega Herrera, también es de información y transparencia:

“Uno entra a las páginas oficiales y nadie sabe explicarte bien. Te dicen que el programa está activo, pero no hay lineamientos claros ni orientación. Es como si improvisaran”.

Una política sin piso social

Ambos coinciden en que la solución requiere más que nuevos nombres o campañas. “Hace falta una política nacional de vivienda sostenida, con inversión pública y privada, acompañada de ordenanzas municipales que promuevan vivienda de interés social real, no simbólica”, señala Arostegui.

Para Herrera, que paga 210 dólares de arriendo al mes, el sueño de tener casa propia parece cada vez más lejano.

“Yo solo quiero pagar por algo que sea mío, pero con estos requisitos es imposible. No sé quién pueda acceder a eso”, dice.

En Ecuador, la vivienda digna sigue siendo un derecho pendiente.

Entre tasas preferenciales que no alcanzan y ciudades que crecen sin planificación, miles de familias como la de Cristian Herrera siguen esperando que el sueño del techo propio deje de ser un privilegio y se convierta, finalmente, en una realidad.

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