Inseguridad aumenta en el sector de La Península de Ambato. La preocupación y el miedo se apoderan de los habitantes del lugar.
La inseguridad ha incrementado en el sector de la Península, al norte de Ambato, en las últimas semanas, varios robos han sido reportados entre los habitantes del lugar, lo que ha generado temor e incertidumbre entre los mismos.
Uno de los moradores comentó:
“Quienes cometen los asaltos vienen en vehículos de alta gama, sin placas, y se nota que no son de aquí a simple vista, después de las 19:h00, salir representa un riesgo para nosotros, la zona se tornó peligros”.
Frente a esta situación, los vecinos han solicitado mayor presencia de la Policía Nacional y patrullajes continuos en toda la zona para reducir los niveles de inseguridad.
Como respuesta, Jimmy Viteri, coronel y comandante de la Subzona Tungurahua, aseguró que se intensificarán los controles en el sector.
Además, hizo un llamado a la ciudadanía para que denuncie formalmente los hechos delictivos, para poder actuar .
La presencia de personas ajenas al barrio es una de las principales causas que los moradores relacionan con el aumento de los actos delictivos.
Una comerciante del sector contó que tiene un negocio, pero, que últimamente lo tiene que cerrar pronto para evitar actos delictivos en su local.
Afirmó que “todo empeoró desde que personas extrañas comenzaron a vivir por aquí”.
Vecinos también aseguran que los altos pagos por arriendos, ofrecidos por desconocidos, han generado desconfianza.
Carlos B., arrendador del sector, manifestó:
¨Hace días, mis inquilinos me dijeron que a la casa llegaron dos hombres extranjeros interesados en alquilar un espacio, pese a que no había publicado ningún aviso, que me pagaban el doble sin problema, sin embargo, ellos les dijeron que no son los dueños, por lo que, se retiraron. Al respecto, prefiero que sigan viviendo las personas que yo conozco y que sé cómo son, porque, los testimonios de varios vecinos son preocupantes en cuanto a la inseguridad”.
El hecho se repite en otras viviendas cuyos propietarios no residen en ellas, pero las arriendan a personas sin vínculos con la comunidad.
“Aquí los arriendos normales van de 150 a 200 dólares, pero estas personas quieren pagar desde 300 hasta 500. Al final, los que vivimos aquí enfrentamos el miedo y los problemas”, declaró otra moradora.
