Abuso infantil en Ecuador: víctimas rompen el silencio
Abuso infantil en Ecuador: el 65 % ocurre en casa y pocas víctimas denuncian por miedo, culpa o porque no les creen

En Ecuador, el 65% de los casos de abuso sexual infantil son cometidos por familiares o personas cercanas a las víctimas.
El entorno que debería proteger a niñas, niños y adolescentes (NNyA), con frecuencia se convierte en el espacio donde se vulneran sus derechos de forma grave y sostenida.
De todas las víctimas, una de cada cuatro nunca lo cuenta, por temor a represalias, vergüenza, sentimiento de culpa o miedo ante las amenazas.
Y entre quienes sí se atreven a hablar, una de cada tres no es creída por la sociedad, lo que las revictimiza y fortalece la impunidad.
Las cifras evidencian un grave subregistro: solo el 15% de los casos se denuncian y apenas el 5% recibe una sanción judicial. El resto permanece en la sombra, sin justicia ni reparación.
#AhoraQueLoVes: una campaña para romper el silencio
Ante esta problemática, el 1 de junio de 2017, UNICEF Ecuador lanzó la campaña #AhoraQueLoVes #DiNoMás, en alianza con el movimiento “Ecuador Dice No Más”.
Esta iniciativa busca visibilizar el abuso sexual, movilizar a la sociedad y promover acciones concretas para proteger a la infancia y adolescencia ecuatoriana.
¿Qué es el abuso sexual infantil?
El abuso sexual ocurre cuando un NNyA es utilizado para la estimulación sexual de un agresor —sea un adulto o un par, conocido o no, familiar o extraño— o para la gratificación sexual de un observador.
Incluso entre adolescentes, una relación sexual puede ser abusiva si existe una diferencia significativa de edad, desarrollo, tamaño o poder, o si hay manipulación o coacción.
El abuso sexual puede ocurrir con o sin contacto físico. Incluye:
- Manoseos, frotamientos y besos de contenido sexual.
- Penetración vaginal, anal o bucal, o intentos de hacerlo.
- Coito interfemoral (entre los muslos).
- Exhibicionismo o voyeurismo.
- Comentarios sexuales inapropiados hacia NNyA.
- Mostrar pornografía, incluso disfrazada de «educación sexual».
- Instigar a NNyA a tener relaciones sexuales entre sí o fotografiarlos en poses sexualizadas.
Cualquier NNyA puede ser víctima, sin importar su género, edad, origen étnico o situación económica.
La mayoría de agresores conviven con la víctima
A diferencia del maltrato físico, donde el agresor suele ser una figura parental, en el abuso sexual puede tratarse de cualquier persona, aunque muchas veces es un familiar cercano o alguien del entorno cotidiano de la víctima.
La convivencia y la cercanía son factores que facilitan el abuso incestuoso y dificultan su detección y denuncia.
¿Qué hacer si ocurre un abuso sexual?
El doctor Luis Eduardo Andrade, médico general, explica que en casos de abuso sexual se activa un protocolo médico legal que incluye:
- Estabilización emocional y física de la víctima.
- Examen físico completo, especialmente si el abuso ocurrió en las últimas 72 horas.
- Recolección de evidencia biológica, siguiendo estrictamente la cadena de custodia.
- Tratamiento profiláctico contra infecciones de transmisión sexual (ITS).
- Anticoncepción de emergencia, si aplica.
- Emisión de un informe médico legal.
- Derivación al área de salud mental, para atención psicológica especializada.
“La atención médica es gratuita, urgente y confidencial. Animamos a las víctimas a no quedarse calladas y buscar ayuda”, recalcó el médico.
Historias silenciadas
“Nunca le conté esto a nadie…”

Tenía apenas 14 años cuando su vida cambió para siempre. Un, 8 de marzo, Danna M. decidió hablar por primera vez de lo que guardó en silencio durante tantos meses.
Con la voz entrecortada y el corazón firme, confiesó:
“Nunca le conté esto a nadie. Ni a mi mamá, ni a mi papá. Nadie lo sabía… hasta hoy.”
Su historia comenzó con una amistad en redes sociales. Un chico que parecía de su edad, mensajes frecuentes, una conexión que al principio parecía inocente.
Pero con el tiempo, algo cambió. El chico se volvió insistente, la presionaba, le hablaba de temas íntimos y le ofrecía cosas que ella no conocía.
“Desde el principio él era muy insistente… yo le decía que no quería hacer nada, pero él no respetaba eso.”
Un día, la invitó a su casa. Había alcohol y sustancias ílicitas para ella. Desde entonces, sus recuerdos se vuelven confusos.
“Recuerdo sentirme mal, confundida… Me desperté sola, sin ropa. Le pregunté qué había pasado y él me mandó videos. Me había grabado sin que yo lo supiera.”
Después de aquello, Danna se encerró en sí misma. Una semana más tarde intentó acabar con su vida. No lo logró, pero desde entonces ha enfrentado una lucha diaria con la ansiedad, el miedo y la culpa.
“Empecé a fumar marihuana sola, para calmar lo que sentía. Nadie sabe esto. Lo hago en silencio.”
Hoy ha decidido contar su historia. No busca venganza. Quiere aligerar el peso de su corazón, y, sobre todo, quiere que otras niñas y adolescentes sepan que no están solas.
“Pensé que era mi culpa. Me sentí sucia, rota, engañada. Pero ahora entiendo que la culpa no era mía. Nadie tiene derecho a lastimarte, mucho menos alguien en quien confías.”
“Si no eres mía, no eres de nadie”
El 7 de agosto de 2024, su expareja, Jonathan P., ingresó a su casa luego de que ella decidiera terminar la relación.
“Me dijo que si no era de él, no era de nadie. Me dijo que no saldría viva de ahí.”
Con un cuchillo en la mano, la atacó sin piedad. Le provocó nueve puñaladas en el abdomen y el tórax, cortes en el rostro y una herida que le perforó un pulmón. Y aparte abuso sexualmente de ella.
Según informes médicos, la víctima sufrió:
- 9 apuñaladas en el tórax y abdomen
- 5 heridas en el rostro
- 1 cuchillada que perforó el pulmón izquierdo
- Hemorragia interna
- Traumatismo craneoencefálico
Contra todo pronóstico, logró sobrevivir.
“En medio del dolor, solo pensaba en mi hija. Pensaba que tenía que vivir por ella.”
Estuvo hospitalizada diez días. Su recuperación ha sido lenta y dolorosa, pero no se ha rendido. María se mantiene firme en su búsqueda de justicia.
“No quiero dinero. No quiero que esto se olvide. Solo quiero justicia y que él pague por lo que me hizo.”
Aunque el proceso legal sigue en curso, su agresor sigue libre. Para María, cada retraso es un nuevo golpe.
Pero no se calla, sigue de pie, luchando por ella y por su hija. Luchando por todas las mujeres que merecen vivir libres de violencia.