Cuando el gabinete aprende sobre la marcha: el alto costo de la improvisación estatal
En un país que enfrenta desafíos estructurales como el Ecuador, el trabajo en equipo en el Gobierno no puede reducirse a simples relevos ministeriales, sino que debe entenderse como la integración rigurosa de perfiles competentes para dirigir áreas críticas del Estado. Los recientes cambios en el gabinete evidencian un problema persistente: la designación de autoridades sin la preparación técnica ni el conocimiento sectorial necesarios para asumir funciones que inciden directamente en la calidad de los servicios públicos.
Un ministerio no es un espacio para la experimentación política. Cuando quien lidera Salud desconoce la organización del sistema, sus obligaciones financieras o las fallas operativas de la red hospitalaria, las consecuencias afectan el acceso efectivo a la atención médica. CuándoCuando Educación queda en manos de personas sin comprensión de sus brechas pedagógicas, de la gestión docente o de la modernización curricular, se compromete la formación de niñas, niños y jóvenes. Y cuando el Ministerio de Gobierno se asigna a figuras sin dominio de la seguridad interna y la administración territorial, la estabilidad institucional se vuelve vulnerable.
El trabajo en equipo exige coordinación, pero también exige solvencia profesional y claridad en las responsabilidades. Un gabinete eficiente no es el que reemplaza funcionarios para generar impacto político, sino el que incorpora autoridades con capacidad para sostener políticas públicas coherentes y sostenibles. En un Estado que requiere decisiones fundamentadas, la preparación es un deber ineludible. Sin ella, el país afronta consecuencias previsibles: gestión errática, políticas discontinuas y una ciudadanía que soporta los costos de la improvisación gubernamental.
