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EL “NO” QUE SUPERÓ EL CONTENIDO DE LAS PREGUNTAS

El patrón del voto por el NO en el referéndum del 16 de noviembre va más allá del contenido de las preguntas. Las iniciativas sobre bases militares extranjeras, eliminación del financiamiento público a los partidos políticos, reducción del número de asambleístas y convocatoria a una Asamblea Constituyente, representaron un intento cortoplacista de rediseñar, a la medida, las reglas fundamentales del Estado sin el consenso social indispensable para los cambios propuestos. Ecuador no votó contra cuatro preguntas: votó contra una forma de conducir el Estado.

El NO es un llamado a corregir el rumbo, a gobernar escuchando, a evitar la tentación del hiperpresidencialismo y a comprender que la legitimidad no se decreta, se construye. El pronunciamiento mayoritario no cierra la puerta a las transformaciones que el país necesita, pero sí cierra la posibilidad de imponerlas.

Los mensajes para el gobierno son claros: La soberanía nacional y la política exterior no pueden definirse desde intereses externos. Eliminar el financiamiento público a los partidos no combate la corrupción; solo la desplaza hacia actores privados o ilegales. Reducir el número de asambleístas es una medida cosmética ante problemas estructurales más profundos relacionados con su calidad y representatividad. El país no está dispuesto a iniciar otro ciclo de inestabilidad, reescritura total de la Constitución y pulso político sin un consenso mínimo, y menos aún bajo la presión del gobierno de turno. El voto ciudadano no es un cheque en blanco.

Frente a la derrota, la narrativa oficial puede optar por dos caminos: convertirla en una estrategia para gestionar percepciones, minimizando los resultados y atribuyendo el revés a la desinformación, a factores externos o a una supuesta incomprensión de las preguntas; o,  reconocer la realidad con honestidad, asumir responsabilidades sin evasivas, escuchar a la ciudadanía y orientar el discurso hacia soluciones y no confrontaciones.

En un país fatigado por crisis sucesivas, el gobierno no puede exigir confianza sin construirla primero. La ciudadanía no rechazó la posibilidad de cambiar, rechazó el modo y el momento.

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