¿ARRULLAMOS A DIOS?
Terminamos octubre, mes con “sabor” misionero. En este mes hemos recordado a todos los misioneros, hombres y mujeres, sacerdotes, religiosos y laicos, que por el mundo entero llevan la alegría del Evangelio y lo hemos celebrado con una santa misionera ecuatoriana.
Hace algunos años leía una parábola sobre la oración que creo nos viene bien ahora, la resumo ahora: un hombre llevaba mucho tiempo orando a Dios. Todos los días, mañana y noche, elevaba su espíritu y su lengua, pero Dios no respondía. Preguntó a muchos, pero no resolvieron su problema.
Un día se encontró con una persona sencilla y le preguntó sobre el por qué Dios no le escuchaba. El otro sonriendo respondió: amigo, ¿has comprobado si Dios está dormido?
Sorprendido y enojado le dijo que no estaba para perder el tiempo o para que se le burlen. No es broma, le respondió el hombre sencillo. A veces, cuando le estamos hablando, Dios se queda dormido.
Y continuó diciendo: “Cada vez que tu oración la conviertes en un monólogo; cada vez que tus palabras salen de tus labios y no de tu corazón; cada vez que tu plegaria se reduce a un conjunto de fórmulas; cada vez que tu oración y el reloj van de la mano; cada vez que tus palabras cobran mayor protagonismo que tu silencio; cada vez que no dejas que hable Dios en el sagrario; cada vez que vives tu oración como un paréntesis y no la encarnas en tu vida; y sobre todo, cada vez que no dejas que Dios “meta fuego” en tu corazón, Dios, amigo mío, se evade, se aburre, se duerme”.
Oremos confiados, pero que Dios no bostece ni se duerma. Oremos hoy por los misioneros al terminar este mes, y vaya que los misioneros andan bien despiertos e inquietos llevando el Evangelio a todos.
