COLUMNISTAS

La especulación perjuicio demuchos beneficio de pocos

Con motivo del paro dispuesto por las organizaciones indígenas en el centro y norte del país, mismo que no ha tenido apoyo de la mayoría de los ecuatorianos y concretamente de la gente del sector rural, se ha producido un conato de intenciones de especulación, variando los precios de los productos, so pretexto de la subida del diésel necesario para la transportación de bienes para satisfacer las necesidades de los ecuatorianos y del movimiento comercial, industrial, artesanal, etc., que genera la dinámica y desarrollo del país.

Las autoridades han indicado que no existe autorización para el incremento de precios de nada, puesto que el cálculo de afectación por unidad de producto es completamente mínimo y que el esnobismo es tan marginal que son centavos o décimas de centavos lo que realmente se afecta, situación que no amerita por ningún lado una subida de costos como se ha venido acostumbrando cada vez que sube el precio de los combustibles.

Para empezar, un claro ejemplo: algunos distribuidores de gas se tomaron la libertad de subir 0.25 centavos por tanque entregado a domicilio; el precio normal es de $1.65 y hoy cobran $3.25, 97% más alto del precio oficial, es decir, casi el doble.

En el mercado, dos plátanos de verde cobran un dólar aduciendo que subió el combustible.

Estos abusos y desafueros imperdonables crean incertidumbre y, psicológicamente, la gente se predispone a elevar sus costos para “compensar” la subida del precio del diésel. No todo se transporta con diésel.

No concurre motivo para ello; los manifestantes no han propuesto soluciones para controlar estos desajustes sociales que, cobijados de viveza criolla, crean un espejismo, un monstruo inexistente.

Lo peor es que ese cuento hemos asumido todo el tiempo sin que nadie pueda entender o hacer entender que la real afectación es completamente marginal.

Cabe el axioma que “se debe invertir 10 para ganar 2, no invertir 2 para ganar 10”. Para ello se necesita conciencia social y ubicarse en los zapatos de los consumidores.

Tal vez estas reacciones son parte del porqué seguimos siendo del tercer mundo, donde cada uno mira su metro cuadrado sin importar el horizonte que existe al lado.

La vivacidad debe ser siempre ética; la viveza no es buena consejera. Actuemos como buenos ecuatorianos.

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