Riobamba/ En el barrio 24 de Mayo, situado cerca al barrio Tierra
Nueva y más arriba del vecindario Maestros de Chimborazo, existe un taller
artesanal cuya propietaria, Patricia Rodríguez, comentó que con su esposo,
Carlos Ruiz, trabaja hace más de treinta años en este oficio relacionado al
bronce.
Oficio. Hacen campanas, calderas que son réplicas de los calderos
antiguos de hierro. Además, elaboran pailas que en Riobamba es tradicional para
hacer la fritada, el helado de paila, entre otras cosas. “Cada campana tiene un
sonido diferente, las hacemos pequeñas, medianas y grandes, especialmente para
las iglesias de la ciudad y de las parroquias cercanas”, confirmó la artesana.
Artículos. En un mueble de madera lucían pequeños adornos hechos de
bronce que también hacen los de la familia Rodríguez-Ruiz. “También hacemos
candelabros para las casas e iglesias, bolas de bronce para los pasamanos y más
cosas”, afirmó la vecina Rodríguez.
Zona. El taller está ubicado a un kilómetro y medio de la Escuela
Superior Politécnica de Chimborazo (Espoch); se encuentra situado cerca de la
esquina de las calles Vasco de Contreras y avenida Pedro Vicente Maldonado, o
más conocida como la Panamericana Sur. Sobre el vecindario esta mujer dijo que
las calles son de adoquín y aseguró que el barrio es inseguro. Las líneas del
transporte urbano no dan el servicio interno hacia este punto de la ciudad; los
buses circulan por la avenida Pedro Vicente Maldonado, añadió la vecina.
Inseguridad. En un local dedicado a la confección de pantalonetas
que según la dueña, Nátali Yánez, este producto se va a la Costa ecuatoriana.
“A este barrio le falta casi todo; primero deben terminar de adoquinar las
calles”. La mayoría la personas que viven en este sitio son estudiantes de la
Espoch que llegan a sus casas en la noche y, por esa razón, son asaltados,
aclaró la vecina Yánez. “Por eso me atrevo a decir que nos falta la presencia
de los miembros de la Policía Nacional, para que brinden seguridad a los chicos
que les roban especialmente los celulares”.
Tranquilidad. Mientras tanto, María Naranjo, dueña de una despensa
de abarrotes que tiene seis meses de atender a los moradores en el vecindario,
manifestó que al barrio “no le falta nada, es un lugar de gente muy tranquila,
un sitio donde no hay ningún problema, un barrio súper tranquilo”. Luego esta
mujer entró a su negocio.