Riobamba/ En la práctica, es como si no habría pasado nada: tras cinco meses de debate mediático, político y social, la ley que reglamenta el aborto en Argentina sigue siendo la misma. No cambió.
Discusión. Pero es imposible pensar que no pasó nada porque, en lo simbólico, muchos creen que Argentina nunca será la misma. El proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo traspasó las fronteras de la política y se introdujo en la vida íntima de millones de argentinos: casi nadie se quedó al margen, y casi todos tomaron postura en una discusión sobre la vida, la muerte, el Estado, el género, el sexo y la salud pública... y más.
Votación. En la madrugada del jueves, el Senado, rodeado de cientos de miles de personas bajo la lluvia y el frío, rechazó la ley por 38 votos en contra, 31 a favor y 2 abstenciones. Ni anuncios en medios internacionales ni apoyo de influyentes personalidades locales e internacionales ni “lobby” de grupos feministas y progresistas lograron que el Senado estuviera de acuerdo con la Cámara de Diputados, que aprobó el proyecto hace casi 2 meses, aproximadamente.
Tiempo. Aunque la maratónica sesión del Senado terminó entre informaciones de posibles variantes del proyecto o una modificación del Código Penal, los promotores de la norma tendrán que esperar al menos un año para introducirlo de nuevo al Congreso. Sería el octavo intento desde el año 2007. Desde 1921, el aborto en Argentina está permitido en algunos casos. Actualmente, es legal bajo dos causales: violación y riesgo para salud de la mujer. Según los defensores, en Argentina hay medio millón de abortos clandestinos al año. Desde el año 2016, murieron 43 mujeres en esas condiciones. Esa es la realidad que los impulsores dicen querer cambiar con una ley que habría convertido a Argentina en el tercer país latinoamericano después de Cuba y Uruguay en que las mujeres tienen derecho a abortar dentro del plazo previsto.
Hechos. Argentina fue de los primeros países en legalizar derechos de corte progresista como el voto femenino y el matrimonio homosexual, pero eso no significa que la influencia de grupos conservadores sea reducida. El papa Francisco I no se pronunció sobre el caso argentino, pero dijo dos días después de la votación en Diputados que el aborto es “homicidio de niños” comparable con “lo que hacían los nazis por la pureza de la raza”.